Un refugio no se construye siendo una sola persona, es por ello que quiero agradecer siempre:

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A mis padres Claudio y Alba, a mis hermanes Itatí, Octavio y Lilen que fueron primera casa,

a Andres, Antu y Lino, por construir nuestro refugio propio.

A Fermín Acosta por la escucha, el consejo y la paciencia.

A Nilda Rosemberg por la fuerza, las palabras y la libertad.

A profesoras y compañeres, porque pese a ser un año extremadamente difícil pusieron lo mejor de sí para salir a flote.

A Florencia Alonso y Octavio Romero por sus miradas potenciadoras.

A mis amigues que siempre acompañan con amor y a cada persona que habita en mí.

A la Educación Publica por siempre ser libre y a las plantas y mis gatos.

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